A las ya conocidas medidas como la de comer equilibradamente y hacer ejercicio habitualmente, la OMS también pide a las diferentes administraciones que se involucren para promover los hábitos de vida más saludables haciéndolos más accesibles y baratos, y a la industria alimentaria que colabore reduciendo la grasa, azúcar y sal de los alimentos elaborados. Pero lejos de esto, ¿qué puedo hacer yo para evitar la obesidad?
Evita el exceso de cantidad y las comilonas.
Cuanto más comas, más elástico se hará el estómago por lo que la sensación de saciedad llegará más tarde y cada vez se necesitarán mayores cantidades de comida.
Muchas veces, poca cantidad.
Es preferible comer muchas veces a lo largo del día, de cinco a siete, que hacer solo tres comidas. Se evitará llegar con mucha hambre a las comidas.
No es lo mismo hambre que ansiedad.
Hay que aprender a diferenciar el hambre fisiológico del psicológico. Puede aparecer hambre por estrés, depresión o aburrimiento, entre otros.
Combinar los nutrientes.
Las dietas faltas de alguno de los llamados macronutrientes no son buenas. Hay que conseguir una dieta equilibrada que incluya hidratos de carbono, proteínas y grasas saludables.
Grasas saludables no son grasas saturadas.
Hay que evitar, en la medida de lo posible, todo tipo de dulces e hidratos de carbono que no sean integrales.
Haz una planificación.
Si sigues una dieta escrita, será más fácil evitar comer a deshoras algo que no debes.
Llévate comida de casa.
Una pieza de fruta, un yogurt, una barra de cereales… Así evitarás las tentaciones de comprar a media mañana ese dulce.
La cafeína no es buena.
Las sustancias psicoactivas no ayudan para adelgazar como se tiene pensado en algunas dietas. Estas sustancias, como también el té o las bebidas energéticas, provocan estrés, lo que aumenta la ansiedad y el hambre psicológico.
Chocolate, en su justa medida.
No todas las sustancias malas son realmente malas. El chocolate puro puede ser consumido en muy poca cantidad, dos o tres onzas por día, por la misma razón que hay que evitar la cafeína. Produce bienestar y evita el estrés.
La relación entre dormir y comer existe.
Cuanto menos se duerme, más horas de hambre hay al día y más hambre tienes. Numerosos estudios indican que hay que dormir de siete a ocho horas al día. Esto evitará ansiedad y quitará hambre.
Para la sed, agua.
La moda actual de tomar bebidas isotónicas después de practicar deporte no es buena desde el punto de vista de la obesidad. Las bebidas azucaradas suponen un importante aporte de calorías.
Nada de sedentarismo.
Correr, nadar, bicicleta o incluso andar, pero algo. Los expertos cifran en mínimo 20 minutos diarios de deporte como forma imprescindible de rebajar las altas cifras de obesidad que existen. Unos 150 minutos a la semana es suficiente.